Les pongo mi ejemplo, para no hablar de nadie... Yo quiero ser feliz y quiero agradar a Dios siendo obediente a la revelación que nos ha dado en Su Palabra. Yo se que estas dos afirmaciones no son mutuamente exclusivas pero, en ocasiones, nuestra felicidad y la obediencia a Dios se encuentran de frente... ¿qué hacemos? Vayamos a lo quehe estado viviendo en estos recientes años pasados ... Estoy divorciada porque mi ex-esposo quiso buscar su propia felicidad… Yo quiero ser feliz… mi esposo me propuso el divorcio para ser felices… PERO Dios en Su Palabra dice que El aborrece el divorcio (Malaquías 2:14-16) y que el matrimonio está dispuesto para que dure toda la vida… Al reflexionar acerca de esto, es inevitable preguntarnos qué es más importante para nosotros: ¿ser felices o hacer la voluntad de Dios? Uso el tema del divorcio como ejemplo porque es algo muy común hoy día y me parece un tema importante porque afecta el núcleo familiar que es la base de nuestra sociedad.
Lo que me preocupa es ver que en estos tiempos, tanto creyentes como no creyentes ven el divorcio como algo tan natural. Mi propósito no es estigmatizar ni juzgar a los que se han divorciado ni hacer lucir mejor a los que no se han divorciado, sino que examinemos nuestra manera de pensar y que notemos cuán influidos estamos por las prácticas sociales y culturales que nos rodean. La búsqueda de la felicidad se ha vuelto, en cierta medida, en una afirmación del egoísmo. Es tan importante en nuestros días que puede ser buscada a costa del amor que debemos a otras personas y, sobretodo, el amor expresado en obediencia que debemos a Dios mismo.
Mi llamado hoy, primero a mí misma, es a ser consistentes de las decisiones que tomamos. Debemos considerar si las decisiones que hacemos están basadas en lo que la Palabra de Dios dice y enseña o si nuestra decisión está basada en alguna otra cosa, como nuestros deseos o la influencia de otros. Animémonos a seguir el consejo del sabio Qohelet:
“El fin de todo el sermón es oído: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es toda la felicidad del hombre.” (Eclesiastés 12:13, traducción Sagradas Escrituras 1569)
Descubriremos entonces, tal como dijo el Salmista:
“El hacer Tu voluntad Dios mío me ha agradado” (Salmo 40.8)
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