Para mí...

" Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia." (Filipenses 1.21)

martes, 27 de noviembre de 2012

El imperativo del sufrimiento

A continuación comparto con ustedes un trabajo que realicé sobre el tema del Imperativo del sufrimiento en la vida cristiana... Espero que les sea útil y de bendición en su propia reflexión cristiana.  Bendiciones y un abrazo,  Rina



El imperativo del sufrimiento

Introducción
En el mundo tendréis aflicción
pero confiad yo he vencido al mundo.”1


Esta afirmación de Jesucristo nos previene acerca del sufrimiento como una realidad universal. Es decir que todos sufrimos no importa la cultura, la época, el estatus social, o la religión y, también deja entrever, que en algún momento todos somos tocados por algún evento o situación que nos despierta a la realidad del sufrimiento. Además, en esta porción escritural, Jesús nos advierte que, ya sea que lo queramos o no, lo entendamos o no, tendremos que enfrentar el sufrimiento en este mundo.


En esta breve monografía consideraremos tres cuestiones fundamentales para este tema: el imperativo del sufrimiento, su importancia en desarrollo de la espiritualidad cristiana y el vínculo entre estos dos. Nuestro fin es revisar si el sufrimiento es una cuestión obligatoria para el genuino seguidor de Cristo o si hay una vía alterna al sufrimiento. 
Para responder a estas preguntas haremos uso del texto neo testamentario y de autores cristianos que han tratado el tema del sufrimiento con la intención de identificar principios y lineamientos que nos ayuden a entender el vínculo entre el sufrimiento y la espiritualidad. 

El sufrimiento: una experiencia pascual ineludible

La historia de Cristo ocupa el centro de la fe cristiana. Y en el centro de la historia de Cristo está su pasión y muerte en la cruz. Hay que tomar aquí en serio la palabra «pasión» en su doble sentido para comprender el misterio de Jesús: La historia de Cristo es la historia de una gran pasión, de una entrega apasionada a Dios y a su reino, y llegó a ser a la vez y por eso la historia de un inaudito sufrimiento, de una agonía mortal. En el centro de la fe cristiana figura el sufrimiento del Cristo apasionado.”2

Hoy día, podemos ver un deseo de evadir a toda costa las aflicciones que esta vida aporta, tanto es así que encontramos comunidades cristianas que usan como lema promocional “pare de sufrir”.3 Es por ello que cabe preguntarse: ¿Es el sufrimiento parte del plan divino para el ser humano o es una condición eventual y aislada para unos pocos? 

Partimos de la premisa que la espiritualidad cristiana se centra en la realidad del misterio pascual. Desde esta perspectiva, pues, se puede afirmar que, así como para Jesucristo fue ineludible la cruz, la pasión y el sufrimiento; es imperativo, para aquellos que desean seguir en pos de Él, tomar su cruz y seguirle. Podemos definir que algo es imperativo cuando decimos que ese algo es obligatorio, ineludible, inevitable, imperioso, preceptivo o necesario4. El sufrimiento es una experiencia imperiosa en la vida o la espiritualidad cristiana, si queremos ser como Cristo debemos ser transformados para ser como El. Ronald Rolheiser lo plantea de la siguiente manera: “El misterio pascual es el misterio de cómo nosotros después de haber atravesado por alguna especie de muerte, recibimos vida nueva y un espíritu nuevo.”5 Desarrollar un estilo de vida, una espiritualidad y un carácter maduro cristianos requiere que pasemos por un proceso de transformación que empieza con el sufrimiento. Es, pues, el sufrimiento la metodología divina obligatoria para transformarnos a la imagen de Su hijo, Jesucristo.

Enfoque neotestamentario del sufrimiento



En las Sagradas Escrituras encontramos diversas referencias que aluden a los padecimientos en la vida como parte de la transformación del creyente cristiano a semejanza de Cristo. Jesucristo mismo nos alerta en las bienaventuranzas sobre los padecimientos que se sufren por causa de ser seguidores de Él:

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros.”6

El autor John MacArthur considera que, “queda claro, a partir de esta y otras amonestaciones, que Jesús percibió animosidad hacia los creyentes por parte del mundo incrédulo, conjuntamente con cualquier dolor o sufrimiento que lo pudiera acompañar, como algo normal y de esperar.”7 Podemos, entonces, trazar el siguiente corolario: si a Cristo se le presenta como el Siervo sufriente y Su ministerio pascual, Su sufrimiento y Su muerte le caracterizaron, y es a Cristo a quien el Padre quiere formar en nosotros, es decir, “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”8 se vuelve, pues, imperativo, para aquellos que deseamos ser como Cristo, que suframos y experimentemos muertes tal como Cristo, que experimentemos, como diría Ronald Rolheiser, el misterio pascual en nuestras propias vidas. En otras palabras, si queremos ser como Cristo debemos, pues, andar como El anduvo9, vivir como El vivió y sufrir como El sufrió. En el evangelio de Juan también se ilustra esta realidad, cuando se cita a Jesús diciendo: En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto”10. Esta cita que presenta el proceso de reproducción de natural del grano de trigo sirve para esclarecer una verdad espiritual. En él queda establecido el imperativo del sufrimiento a través de la muerte para lograr el fruto milagroso de la vida, así que en este pasaje escritural, el mundo natural ilustra, de manera sencilla, lo que debe ocurrir en la vida del creyente a nivel espiritual. 

La necesaria transformación del creyente se da a través del sometimiento a la obligada disciplina del sufrimiento. Esta tiene como propósito llevar al creyente a alcanzar la estatura de Cristo, la cual se logra a través de nuestra disposición a morir al yo. Es decir, morir a nuestras prioridades, a nuestras formas, a nuestras preferencias, a nuestros planes. Puesto que “le basta al discípulo llegar a ser como su maestro”11, se espera de un discípulo que tenga una comunión o una relación profunda y estrecha con Jesucristo a través de la rendición de su voluntad a la de Cristo. Llegamos a la estatura de Cristo cuando realizamos que “con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”12 Su sufrimiento es mi sufrimiento, Su muerte es mi muerte y Su vida es mi vida. Así que, más que imitar Cristo, se trata de que El viva a través de mí y para eso es necesario que la muerte actúe en mi yo, para que la vida de Cristo se manifieste en mí.


La aceptación de la soberanía de Dios


Sin embargo, los cristianos bíblicamente cultivados, se darán cuenta de que la soberanía de Dios desempeña un papel en todos los sucesos, desde el más agradable y fácil de aceptar hasta el más traumático y difícil de entender. Pero puede que hasta el creyente más maduro en ocasiones tenga que esforzarse para aceptar o incluso percibir los propósitos que Dios tiene con la adversidad.”13


Un elemento importante para comprender y sobrellevar el sufrimiento es nuestra experiencia de vida cristiana es la aceptación de la soberanía de Dios. Enfrentar el sufrimiento desde la experiencia de la fe cristiana demanda un entendimiento de la soberanía divina lo cual no siempre resulta fácil. Cuando nos encontramos con situaciones que nos resultan inexplicables, incomprensibles o injustas surgen preguntas como: ¿Qué esto que está pasando? ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué a mí? ¿Qué hacer? ¿Cuánto tiempo durará esto? ¿Qué pasará luego? Estas preguntas sólo hallan respuesta en aquel que conoce todas las cosas, pero ¿quién podrá cuestionar y entender a plenitud los designios divinos si Dios mismo no los devela? De acuerdo a A. W. Pink:


La soberanía del Dios de las Escrituras es absoluta, irresistible, infinita. Cuando decimos que Dios es soberano, afirmamos su derecho a gobernar el universo, que ha hecho para su propia gloria, según le agrade. Afirmamos que su derecho es el derecho del alfarero sobre el barro: El puede moldear ese barro en la forma que quiera, haciendo de la misma masa un vaso para honra y otro para vergüenza. Afirmamos que El no está sujeto a norma ni ley alguna fuera de Su propia voluntad y naturaleza, que Dios es ley así (sic) mismo, y que no tiene obligación alguna de dar cuenta a nadie de sus asuntos”.14


Por otro lado, MacArthur explica que:

Una razón primordial por la que a los cristianos en la actualidad les cuesta aceptar el papel del sufrimiento en sus vidas o en las vidas de amigos o seres queridos es que no han logrado comprender y aceptar la realidad de la soberanía divina. También muchos no logran ver la adversidad desde la perspectiva de Dios. Al hacer eso, pasan por alto completamente el efecto positivo, fortalecedor, y perfeccionador que las pruebas deben tener en la fe de los creyentes.”15
Reconocer que el sufrimiento es la soberana voluntad de Dios para formar en nosotros el carácter de Cristo, nos permite comprender al fin y al cabo “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito.”16


Conclusión

Cuando consideramos el imperativo de una experiencia pascual en la vida del creyente lo que se establece es el sufrimiento como experiencia esencial para la transformación de la persona a imagen de Cristo Jesús. Reiteramos, pues, que el sufrimiento es indispensable para desarrollar nuestra espiritualidad cristiana porque es imposible crecer a la estatura de Cristo sin pasar experiencias de sufrimiento, aflicción, quebrantamiento, y muerte. Moltmann expone lo siguiente:

Uno de los sueños de la sociedad moderna es ser feliz sin dolor y superar todo sufrimiento. Pero como eso es inalcanzable, se calman los dolores, se evitan los sufrimientos y se rehúye la pasión por la vida. Pero la vida sin apasionamiento es una vida pobre. La vida sin disposición para el sufrimiento resulta superficial.”17

Sufrimiento y vida cristiana profunda van de la mano, lo contrario supone pobreza y superficialidad espiritual. Por tanto, la ilusión de parar de sufrir y la felicidad superficial quedan excluidas para aquel que ha entendido y asumido el imperativo del misterio pascual en su vida.

Al finalizar este trabajo, hemos estudiado el carácter imperativo del sufrimiento para el desarrollo de la espiritualidad de la cristiana en el creyente. Concluimos que el desarrollo de la espiritualidad cristiana supone una experiencia pascual que es ineludible para el creyente. Nos acercamos a este tema desde un enfoque neotestamentario a través del cual se reafirmó que la finalidad del sufrimiento, dentro de la espiritualidad cristiana, es procurar la transformación del creyente a semejanza de Cristo. No obstante, la clave para comenzar a entender y sobrellevar la experiencia del sufrimiento es aceptar la soberana voluntad de Dios sobre nuestras vidas. Así que los creyentes nos podemos encontrar:

Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos; llevando siempre en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.”18
Podemos entonces entender y aceptar el sufrimiento como elemento formativo usado por Dios para lograr en nosotros lo que El en Su soberana voluntad se ha propuesto.


Notas:
1 Juan 16.33
2 Jürgen Moltmann, El Camino de Jesucristo (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2000), 213.
3 Aquí hacemos referencia a la Iglesia Universal del Reino de Dios establecida por Edir Macedo en1977, en Rio de Janeiro, Brasil. Es más conocida por su nombre comercial "Pare de sufrir", suelen anunciar productos como la rosa de Sharon, sal bendita, tierra de Jerusalén, aceite bendecido, etc., a los cuales le atribuyen cualidades milagrosas de sanidad, prosperidad, entre otras. Estos productos están disponibles en sus centros de reunión que se han multiplicado a través de todos los continentes. (http://es.universal.org/)
4 Diccionario de sinónimos y antónimos © 2005. Imperativo. Espasa-Calpe. http://www.wordreference.com/sinonimos/imperativo. Accesado 29 de marzo de 2012.
5 Ronald Rolheiser, En busca de espiritualidad: Lineamientos para una espiritualidad en el Siglo XXI. (Buenos Aires: Grupo Editorial Lumen, 2003), 1866 Mateo 5.10-12
7 John MacArthur, El Poder del sufrimiento (Michigan: Editorial Portavoz, 2003), 15
8 Efesios 4.13
9 1 Juan 2.6
10 Juan 12.20
11 Mateo 10.2512 Gálatas 2.20
13 John MacArthur, El Poder del sufrimiento (Michigan: Editorial Portavoz, 2003), 15.
14 A. W. Pink, La soberanía de Dios. http://www.conocereislaverdad.org/lasoberaniadedios.htm. Accesado 19 de mayo de 2012.
15 John MacArthur, El Poder del sufrimiento (Michigan: Editorial Portavoz, 2003), 12.
16 Romanos 8.28
17 Jürgen Moltmann, El Camino de Jesucristo (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2000), 213.
18 2 Corintios 4.8-10

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