Para mí...

" Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia." (Filipenses 1.21)

martes, 27 de noviembre de 2012

El imperativo del sufrimiento

A continuación comparto con ustedes un trabajo que realicé sobre el tema del Imperativo del sufrimiento en la vida cristiana... Espero que les sea útil y de bendición en su propia reflexión cristiana.  Bendiciones y un abrazo,  Rina



El imperativo del sufrimiento

Introducción
En el mundo tendréis aflicción
pero confiad yo he vencido al mundo.”1


Esta afirmación de Jesucristo nos previene acerca del sufrimiento como una realidad universal. Es decir que todos sufrimos no importa la cultura, la época, el estatus social, o la religión y, también deja entrever, que en algún momento todos somos tocados por algún evento o situación que nos despierta a la realidad del sufrimiento. Además, en esta porción escritural, Jesús nos advierte que, ya sea que lo queramos o no, lo entendamos o no, tendremos que enfrentar el sufrimiento en este mundo.


En esta breve monografía consideraremos tres cuestiones fundamentales para este tema: el imperativo del sufrimiento, su importancia en desarrollo de la espiritualidad cristiana y el vínculo entre estos dos. Nuestro fin es revisar si el sufrimiento es una cuestión obligatoria para el genuino seguidor de Cristo o si hay una vía alterna al sufrimiento. 
Para responder a estas preguntas haremos uso del texto neo testamentario y de autores cristianos que han tratado el tema del sufrimiento con la intención de identificar principios y lineamientos que nos ayuden a entender el vínculo entre el sufrimiento y la espiritualidad. 

El sufrimiento: una experiencia pascual ineludible

La historia de Cristo ocupa el centro de la fe cristiana. Y en el centro de la historia de Cristo está su pasión y muerte en la cruz. Hay que tomar aquí en serio la palabra «pasión» en su doble sentido para comprender el misterio de Jesús: La historia de Cristo es la historia de una gran pasión, de una entrega apasionada a Dios y a su reino, y llegó a ser a la vez y por eso la historia de un inaudito sufrimiento, de una agonía mortal. En el centro de la fe cristiana figura el sufrimiento del Cristo apasionado.”2

Hoy día, podemos ver un deseo de evadir a toda costa las aflicciones que esta vida aporta, tanto es así que encontramos comunidades cristianas que usan como lema promocional “pare de sufrir”.3 Es por ello que cabe preguntarse: ¿Es el sufrimiento parte del plan divino para el ser humano o es una condición eventual y aislada para unos pocos? 

Partimos de la premisa que la espiritualidad cristiana se centra en la realidad del misterio pascual. Desde esta perspectiva, pues, se puede afirmar que, así como para Jesucristo fue ineludible la cruz, la pasión y el sufrimiento; es imperativo, para aquellos que desean seguir en pos de Él, tomar su cruz y seguirle. Podemos definir que algo es imperativo cuando decimos que ese algo es obligatorio, ineludible, inevitable, imperioso, preceptivo o necesario4. El sufrimiento es una experiencia imperiosa en la vida o la espiritualidad cristiana, si queremos ser como Cristo debemos ser transformados para ser como El. Ronald Rolheiser lo plantea de la siguiente manera: “El misterio pascual es el misterio de cómo nosotros después de haber atravesado por alguna especie de muerte, recibimos vida nueva y un espíritu nuevo.”5 Desarrollar un estilo de vida, una espiritualidad y un carácter maduro cristianos requiere que pasemos por un proceso de transformación que empieza con el sufrimiento. Es, pues, el sufrimiento la metodología divina obligatoria para transformarnos a la imagen de Su hijo, Jesucristo.

Enfoque neotestamentario del sufrimiento



En las Sagradas Escrituras encontramos diversas referencias que aluden a los padecimientos en la vida como parte de la transformación del creyente cristiano a semejanza de Cristo. Jesucristo mismo nos alerta en las bienaventuranzas sobre los padecimientos que se sufren por causa de ser seguidores de Él:

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros.”6

El autor John MacArthur considera que, “queda claro, a partir de esta y otras amonestaciones, que Jesús percibió animosidad hacia los creyentes por parte del mundo incrédulo, conjuntamente con cualquier dolor o sufrimiento que lo pudiera acompañar, como algo normal y de esperar.”7 Podemos, entonces, trazar el siguiente corolario: si a Cristo se le presenta como el Siervo sufriente y Su ministerio pascual, Su sufrimiento y Su muerte le caracterizaron, y es a Cristo a quien el Padre quiere formar en nosotros, es decir, “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”8 se vuelve, pues, imperativo, para aquellos que deseamos ser como Cristo, que suframos y experimentemos muertes tal como Cristo, que experimentemos, como diría Ronald Rolheiser, el misterio pascual en nuestras propias vidas. En otras palabras, si queremos ser como Cristo debemos, pues, andar como El anduvo9, vivir como El vivió y sufrir como El sufrió. En el evangelio de Juan también se ilustra esta realidad, cuando se cita a Jesús diciendo: En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto”10. Esta cita que presenta el proceso de reproducción de natural del grano de trigo sirve para esclarecer una verdad espiritual. En él queda establecido el imperativo del sufrimiento a través de la muerte para lograr el fruto milagroso de la vida, así que en este pasaje escritural, el mundo natural ilustra, de manera sencilla, lo que debe ocurrir en la vida del creyente a nivel espiritual. 

La necesaria transformación del creyente se da a través del sometimiento a la obligada disciplina del sufrimiento. Esta tiene como propósito llevar al creyente a alcanzar la estatura de Cristo, la cual se logra a través de nuestra disposición a morir al yo. Es decir, morir a nuestras prioridades, a nuestras formas, a nuestras preferencias, a nuestros planes. Puesto que “le basta al discípulo llegar a ser como su maestro”11, se espera de un discípulo que tenga una comunión o una relación profunda y estrecha con Jesucristo a través de la rendición de su voluntad a la de Cristo. Llegamos a la estatura de Cristo cuando realizamos que “con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”12 Su sufrimiento es mi sufrimiento, Su muerte es mi muerte y Su vida es mi vida. Así que, más que imitar Cristo, se trata de que El viva a través de mí y para eso es necesario que la muerte actúe en mi yo, para que la vida de Cristo se manifieste en mí.


La aceptación de la soberanía de Dios


Sin embargo, los cristianos bíblicamente cultivados, se darán cuenta de que la soberanía de Dios desempeña un papel en todos los sucesos, desde el más agradable y fácil de aceptar hasta el más traumático y difícil de entender. Pero puede que hasta el creyente más maduro en ocasiones tenga que esforzarse para aceptar o incluso percibir los propósitos que Dios tiene con la adversidad.”13


Un elemento importante para comprender y sobrellevar el sufrimiento es nuestra experiencia de vida cristiana es la aceptación de la soberanía de Dios. Enfrentar el sufrimiento desde la experiencia de la fe cristiana demanda un entendimiento de la soberanía divina lo cual no siempre resulta fácil. Cuando nos encontramos con situaciones que nos resultan inexplicables, incomprensibles o injustas surgen preguntas como: ¿Qué esto que está pasando? ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué a mí? ¿Qué hacer? ¿Cuánto tiempo durará esto? ¿Qué pasará luego? Estas preguntas sólo hallan respuesta en aquel que conoce todas las cosas, pero ¿quién podrá cuestionar y entender a plenitud los designios divinos si Dios mismo no los devela? De acuerdo a A. W. Pink:


La soberanía del Dios de las Escrituras es absoluta, irresistible, infinita. Cuando decimos que Dios es soberano, afirmamos su derecho a gobernar el universo, que ha hecho para su propia gloria, según le agrade. Afirmamos que su derecho es el derecho del alfarero sobre el barro: El puede moldear ese barro en la forma que quiera, haciendo de la misma masa un vaso para honra y otro para vergüenza. Afirmamos que El no está sujeto a norma ni ley alguna fuera de Su propia voluntad y naturaleza, que Dios es ley así (sic) mismo, y que no tiene obligación alguna de dar cuenta a nadie de sus asuntos”.14


Por otro lado, MacArthur explica que:

Una razón primordial por la que a los cristianos en la actualidad les cuesta aceptar el papel del sufrimiento en sus vidas o en las vidas de amigos o seres queridos es que no han logrado comprender y aceptar la realidad de la soberanía divina. También muchos no logran ver la adversidad desde la perspectiva de Dios. Al hacer eso, pasan por alto completamente el efecto positivo, fortalecedor, y perfeccionador que las pruebas deben tener en la fe de los creyentes.”15
Reconocer que el sufrimiento es la soberana voluntad de Dios para formar en nosotros el carácter de Cristo, nos permite comprender al fin y al cabo “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito.”16


Conclusión

Cuando consideramos el imperativo de una experiencia pascual en la vida del creyente lo que se establece es el sufrimiento como experiencia esencial para la transformación de la persona a imagen de Cristo Jesús. Reiteramos, pues, que el sufrimiento es indispensable para desarrollar nuestra espiritualidad cristiana porque es imposible crecer a la estatura de Cristo sin pasar experiencias de sufrimiento, aflicción, quebrantamiento, y muerte. Moltmann expone lo siguiente:

Uno de los sueños de la sociedad moderna es ser feliz sin dolor y superar todo sufrimiento. Pero como eso es inalcanzable, se calman los dolores, se evitan los sufrimientos y se rehúye la pasión por la vida. Pero la vida sin apasionamiento es una vida pobre. La vida sin disposición para el sufrimiento resulta superficial.”17

Sufrimiento y vida cristiana profunda van de la mano, lo contrario supone pobreza y superficialidad espiritual. Por tanto, la ilusión de parar de sufrir y la felicidad superficial quedan excluidas para aquel que ha entendido y asumido el imperativo del misterio pascual en su vida.

Al finalizar este trabajo, hemos estudiado el carácter imperativo del sufrimiento para el desarrollo de la espiritualidad de la cristiana en el creyente. Concluimos que el desarrollo de la espiritualidad cristiana supone una experiencia pascual que es ineludible para el creyente. Nos acercamos a este tema desde un enfoque neotestamentario a través del cual se reafirmó que la finalidad del sufrimiento, dentro de la espiritualidad cristiana, es procurar la transformación del creyente a semejanza de Cristo. No obstante, la clave para comenzar a entender y sobrellevar la experiencia del sufrimiento es aceptar la soberana voluntad de Dios sobre nuestras vidas. Así que los creyentes nos podemos encontrar:

Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos; llevando siempre en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.”18
Podemos entonces entender y aceptar el sufrimiento como elemento formativo usado por Dios para lograr en nosotros lo que El en Su soberana voluntad se ha propuesto.


Notas:
1 Juan 16.33
2 Jürgen Moltmann, El Camino de Jesucristo (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2000), 213.
3 Aquí hacemos referencia a la Iglesia Universal del Reino de Dios establecida por Edir Macedo en1977, en Rio de Janeiro, Brasil. Es más conocida por su nombre comercial "Pare de sufrir", suelen anunciar productos como la rosa de Sharon, sal bendita, tierra de Jerusalén, aceite bendecido, etc., a los cuales le atribuyen cualidades milagrosas de sanidad, prosperidad, entre otras. Estos productos están disponibles en sus centros de reunión que se han multiplicado a través de todos los continentes. (http://es.universal.org/)
4 Diccionario de sinónimos y antónimos © 2005. Imperativo. Espasa-Calpe. http://www.wordreference.com/sinonimos/imperativo. Accesado 29 de marzo de 2012.
5 Ronald Rolheiser, En busca de espiritualidad: Lineamientos para una espiritualidad en el Siglo XXI. (Buenos Aires: Grupo Editorial Lumen, 2003), 1866 Mateo 5.10-12
7 John MacArthur, El Poder del sufrimiento (Michigan: Editorial Portavoz, 2003), 15
8 Efesios 4.13
9 1 Juan 2.6
10 Juan 12.20
11 Mateo 10.2512 Gálatas 2.20
13 John MacArthur, El Poder del sufrimiento (Michigan: Editorial Portavoz, 2003), 15.
14 A. W. Pink, La soberanía de Dios. http://www.conocereislaverdad.org/lasoberaniadedios.htm. Accesado 19 de mayo de 2012.
15 John MacArthur, El Poder del sufrimiento (Michigan: Editorial Portavoz, 2003), 12.
16 Romanos 8.28
17 Jürgen Moltmann, El Camino de Jesucristo (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2000), 213.
18 2 Corintios 4.8-10

Bienaventuranzas: Un pacto colaborativo con Dios

Generalmente, cuando pensamos en las bienaventuranzas nuestro pensamiento se traslada al pasaje de Mateo 5.1-12" donde aparece el sermón de Jesús. Pero también en el Antiguo Testamento nos encontramos con beatitudes que embellecen nuestro estado espiritual. Por ejemplo, encontramos 2 bienaventuranzas que nos animan para enfrentar el día de hoy:
Confiando en Dios
"Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, y no mira a los soberbios ni a los que se desvían tras la mentira." ~Salmo 40.4

Buscando la sabiduría
"Bienaventurado el hombre que me escucha (hablando la sabiduría), velando a mis puertas cada día aguardando a los postes de mis puertas. Porque el que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor de Jehová. Mas el que peca contra mi, defrauda su alma, todos lo que me aborrecen aman la muerte." ~ Proverbios 8.34-36
Nos resulta interesante que una nos invita a confiar en la gestión divina, y la otra apela a la gestión humana de buscar y escuchar sabiduría. Es como una invitación a entrar en un pacto colaborativo con Dios...lo que Dios hace y lo que nosotros hacemos... todo conforme a Su Palabra... ese junte Divino/humano produce en nosotros dicha, paz, felicidad... nos hace bienaventurados!!!

lunes, 26 de noviembre de 2012

...entre la felicidad y la obediencia...

En ocasiones, los cristianos nos encontramos algo confundidos con el tema de la felicidad... A veces pensamos que lograr la felicidad personal va por encima de lo que Dios manda y espera de nosotros. Creo que esto nos viene porque tenemos el derecho inalienable, de acuerdo a la Declaración de Independencia de los EEUU, a la búsqueda de la felicidad. Tenemos el derecho a buscar nuestra felicidad… la pregunta que podemos hacernos es: ¿hasta qué punto? ¿Cuándo ese derecho tan sublime puede entorpecer o autodestruir su propio propósito?

Les pongo mi ejemplo, para no hablar de nadie... Yo quiero ser feliz y quiero agradar a Dios siendo obediente a la revelación que nos ha dado en Su Palabra. Yo se que estas dos afirmaciones no son mutuamente exclusivas pero, en ocasiones, nuestra felicidad y la obediencia a Dios se encuentran de frente... ¿qué hacemos? Vayamos a lo quehe estado viviendo en estos recientes años pasados ... Estoy divorciada porque mi ex-esposo quiso buscar su propia felicidad… Yo quiero ser feliz… mi esposo me propuso el divorcio para ser felices… PERO Dios en Su Palabra dice que El aborrece el divorcio (Malaquías 2:14-16) y que el matrimonio está dispuesto para que dure toda la vida… Al reflexionar acerca de esto, es inevitable preguntarnos qué es más importante para nosotros: ¿ser felices o hacer la voluntad de Dios? Uso el tema del divorcio como ejemplo porque es algo muy común hoy día y me parece un tema importante porque afecta el núcleo familiar que es la base de nuestra sociedad.

Lo que me preocupa es ver que en estos tiempos, tanto creyentes como no creyentes ven el divorcio como algo tan natural. Mi propósito no es estigmatizar ni juzgar a los que se han divorciado ni hacer lucir mejor a los que no se han divorciado, sino que examinemos nuestra manera de pensar y que notemos cuán influidos estamos por las prácticas sociales y culturales que nos rodean. La búsqueda de la felicidad se ha vuelto, en cierta medida, en una afirmación del egoísmo. Es tan importante en nuestros días que puede ser buscada a costa del amor que debemos a otras personas y, sobretodo, el amor expresado en obediencia que debemos a Dios mismo.

Mi llamado hoy, primero a mí misma, es a ser consistentes de las decisiones que tomamos. Debemos considerar si las decisiones que hacemos están basadas en lo que la Palabra de Dios dice y enseña o si nuestra decisión está basada en alguna otra cosa, como nuestros deseos o la influencia de otros. Animémonos a seguir el consejo del sabio Qohelet:

“El fin de todo el sermón es oído: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es toda la felicidad del hombre.”  (Eclesiastés 12:13, traducción Sagradas Escrituras 1569)

Descubriremos entonces, tal como dijo el Salmista:
 “El hacer Tu voluntad Dios mío me ha agradado”  (Salmo 40.8)

Espíritu y barro

En estos días he estado meditando en la continua y perenne tensión humana de vivir en este mundo - lleno de contradicciones e incongruencias - conforme al deseo divino de vivir en el Espíritu.

Dice la Escritura que Dios formó al hombre del polvo, del barro de la tierra. De hecho, este es un material bastante ordinario, pues está por todos lados pero además es dúctil y frágil pero del cual se pueden hacer vasijas hermosas.  Dice también la Escritura que Dios, al terminar de formar al hombre del barro, sopló Su aliento o Su espíritu de vida en ese ser que había creado. Así que Dios decidió poner el tesoro, que es Su Espíritu, Su aliento, Su propia naturaleza espiritual, en vasos de barro...
La belleza y la grandeza y el poder y la eternidad y la santidad del Espíritu contenido, oculto, y hasta en cierta medida "atrapado" en unas frágiles y perecederas vasijas barro... WOW! Así que soy una mezcla desbalanceada, en ocasiones más obvio de lo que quisiera, de Espíritu y barro.

Veo esa misma tensión entre el Espiritu y el barro cuando deseo vivir con mi mirada puesta en lo eterno y lo celestial pero lucho con la atracción y seducción que producen en mi las cosas terrenales - no es que todas la cosas terrenales sean malas sino que he ido descubriendo que simplemente me distraen y me hacen quitar la mirada de lo eterno y de lo que permanece para siempre, aquello que es del Espíritu.


Señor, hoy Te pido que nos ayudes a mantener nuestra mirada en las cosas de arriba, las cosas eternas, las del Espíritu... Te damos gracias porque pusiste este anhelo y llamado precioso de vivir para Ti, que eres Espíritu y Vida verdadera aún cuando sólo somos barro. Gracias por depositar en estas vasijas Tu maravilloso Espíritu, dándonos el más extraordinario "upgrade" que un ser humano puede tener...

Bendito sea Tu nombre para siempre, oh Gran y Maravilloso Espíritu Creador de todo lo que existe, nuestro Dios, nuestro Señor, nuestro Salvador... quien fue manifestado y revelado también en barro... bendito seas Tu... JESUS...

Cómo aumentar la fe

Esta mañana preguntaba al Señor (una vez más... pues soy algo olvidadiza): Cómo puedo aumentar mi fe en El, no sólo para salvación (¡Gracias a Dios eso lo tengo claro), sino para todos los aspectos y áreas de mi vida? Fui rápido a la Palabra y esta fue la respuesta que recibí:

1. Basa tu fe sólo en Cristo
2. Oye (lee, estudia, memoriza, etc.) la Palabra de Dios
3. No se trata de tener mucha fe, pues la fe del tamaño de un solo grano de mostaza basta para recibir grandes cosas de Dios, se trata de ejercitar la fe que tenemos
4. No dudes, cree solamente. Pues todo lo que no proviene de fe es pecado
5. No te dejes llevar por lo que ves, ya que nuestra vida en Cristo es sobrenatural
6. Pide al Señor que te ayude a vencer tu incredulidad
7. Ora confiadamente pidiendo con sencillez lo que necesitas
8. Entiende que Dios es poderoso para cumplir todo lo que promete
9. Reposa, descansa, y ve a Dios obrar en cada área de tu vida

Doy gracias a Dios por Su Palabra y es mi oración que Dios nos ayude a vivir confiadamente mirándolo sólo al El y viéndolo obrar en nuestras vidas.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Inclusión... al estilo de Cristo

Las mujeres somos diferentes... por lo menos eso opinan los hombres... Y, a veces, esa diferencia se siente como vallados que saltar... se problematiza la sensibilidad de las mujeres... el sentimentalismo... el misterio de lo que piensan... la feminidad... las curvas... la mirada... la forma de expresarnos... el razonamiento que usamos... Bueno, que las mujeres para algunos hombres somos un gran problema... tanto más en el ámbito religioso... 

Y, sí, es cierto, las mujeres pensamos y sentimos, percibimos e intuimos, juzgamos y vemos anticipadamente las cosas, en ocasiones, muy diferentes a los hombres.  Es por eso, que en algunos contextos religiosos, se ha optado por dejarlas afuera de algunas esferas. Ejemplo claro de esto lo vemos en los musulmanes, quienes aún excluyen a las mujeres físicamente del espacio que se usa durante el tiempo de adoración a Allah, porque las mujeres pueden ser distracción para los hombres, por eso también algunas culturas islamicas promueven que la mujer este completamente cubierta. No obstante, y de maneras mucho más sutiles, esto también ocurre dentro de la cristiandad, donde el hombre y la mujer pueden adorar juntos pero no pueden compartir el poder y la toma de decisiones. El caso más reciente donde se ventiló este asunto fue en la iglesia anglicana cuando votaron en contra de la propuesta de que la mujer ordenada pueda servir como obispo.  En nuestra cultura cristiana, no se nos manda a ponernos la burka pero se nos mantiene fuera de algunos espacios, que debiendo ser inclusivos por la naturaleza del cuerpo en el cual servimos, se han vuelto dimensiones exclusivas del varón, por lo tanto excluyentes de la mujer.

El hecho de que seamos diferentes, significa esto que los hombres o que las mujeres estemos mal... ¡NO! Significa simplemente que la Divinidad, en su diseño inteligente, nos hizo diferentes para que nos complementaramos, como iguales portadores de Su imagen y semejanza, no sólo en el ámbito familiar y hogareño sino en todas las esferas de la vida... inclusive la religiosa.  Esto quiere decir, que en cualquier ámbito que el ser humano se desenvuelva y deje fuera a las mujeres, se está autolimitando en la perspectiva, percepción e interpretación de lo que sea que este haciendo o se proponga hacer.

¿Cuál es nuestra propuesta en esta brevísima reflexión...?  Pues la inclusión de hombres y mujeres en todos los niveles de la vida religiosa y eclesial tal como Cristo lo hizo.  Jesús no sólo permitió que las mujeres le siguieran de lejos como parte las multitudes, sino que recibió de ellas el respaldo económico (ver el caso de las mujeres que sostenían el minsterio de Jesús), El las acercó, les dio y proveyó un espacio cerca de El como aprendices (ver el caso de Marta y María, las hermanas de Lázaro); les permitió ser proclamadoras del Evangelio (ver el caso de la samaritana y las mujeres en el sepulcro)... en fin que Jesús, siendo hombre, no tuvo problema alguno en relacionarse con las mujeres y permitirlas en Su entorno más cercano y darles participación igual que hizo con los hombres.  Seamos más como Cristo...

¿¡Un millón de dólares!?

Dios es TREMENDO!!!!

Estaba recogiendo mi oficina en casa y revisando uno de mis bolsos pensé (tal vez como muchos de nosotros hemos hecho) en cuán bien me vendría encontrarme 1 millón de dólares.... pero inmediatamente pensé: "nadie puede encontrar lo que no tiene".

Seguí ordenandounos documentos y, entre estos, encontré, de mi reciente viaje a Galicia, España, un tratado simulando un billete de un millón de dólares (con el rostro de Cleveland y todo!!!) pero planteaba en el dorso la pregunta de un millón de dolares:

¿Irás al cielo?...

Con toda convicción pude de responder... SIII! Me reí como una loca sola en casa sabiendo que más importante que tener un millón de dólares ahora es saber donde pasaré la eternidad... y eso vale mucho más...

Señor, gracias por hacerme reir y poner en la perspectiva correcta mis propios pensamientos... Gracias!!!