El imperativo del sufrimiento
Introducción
“En el mundo
tendréis aflicción
pero confiad yo he vencido al mundo.”1
Esta
afirmación de Jesucristo nos previene acerca del sufrimiento como
una realidad universal. Es decir que todos sufrimos no importa la
cultura, la época, el estatus social, o la religión y, también
deja entrever, que en algún momento todos somos tocados por algún
evento o situación que nos despierta a la realidad del sufrimiento.
Además, en esta porción escritural, Jesús nos advierte que, ya sea
que lo queramos o no, lo entendamos o no, tendremos que enfrentar el
sufrimiento en este mundo.
En
esta breve monografía consideraremos tres cuestiones fundamentales
para este tema: el imperativo del sufrimiento, su importancia en
desarrollo de la espiritualidad cristiana y el vínculo entre estos
dos. Nuestro fin es revisar si el sufrimiento es una cuestión
obligatoria para el genuino seguidor de Cristo o si hay una vía
alterna al sufrimiento.
Para responder a estas
preguntas haremos uso del texto neo testamentario y de autores
cristianos que han tratado el tema del sufrimiento con la intención
de identificar principios y lineamientos que nos ayuden a entender el
vínculo entre el sufrimiento y la espiritualidad.
El sufrimiento: una experiencia pascual ineludible
“La
historia de Cristo ocupa el centro de la fe cristiana. Y en el
centro de la historia de Cristo está su pasión y muerte en la cruz.
Hay que tomar aquí en serio la palabra «pasión»
en su doble sentido para comprender el misterio de Jesús: La
historia de Cristo es la historia de una gran pasión, de una entrega
apasionada a Dios y a su reino, y llegó a ser a la vez y por eso la
historia de un inaudito sufrimiento, de una agonía mortal. En el
centro de la fe cristiana figura el sufrimiento
del Cristo apasionado.”2
Hoy
día, podemos ver un deseo de evadir a toda costa
las aflicciones que esta vida aporta,
tanto es así que encontramos comunidades cristianas que usan como
lema promocional “pare de sufrir”.3
Es por ello que cabe preguntarse: ¿Es el sufrimiento parte del plan
divino para el ser humano o es una condición eventual y aislada para
unos pocos?
Partimos de la premisa
que la espiritualidad cristiana se centra en la realidad del misterio
pascual. Desde esta perspectiva, pues, se puede afirmar que, así
como para Jesucristo fue ineludible la cruz, la pasión y el
sufrimiento; es imperativo, para aquellos que desean seguir en pos de
Él, tomar su cruz y seguirle. Podemos definir que algo es
imperativo cuando decimos que ese algo es obligatorio, ineludible,
inevitable, imperioso, preceptivo o necesario4.
El sufrimiento es una experiencia imperiosa en la vida o la
espiritualidad cristiana, si queremos ser como Cristo debemos ser
transformados para ser como El. Ronald Rolheiser lo plantea de la
siguiente manera: “El
misterio pascual es el misterio de cómo nosotros después de haber
atravesado por alguna especie de muerte, recibimos vida nueva y un
espíritu nuevo.”5
Desarrollar
un estilo de vida, una espiritualidad y un carácter maduro
cristianos requiere que pasemos por un proceso de transformación que
empieza con el sufrimiento. Es, pues, el sufrimiento la metodología
divina obligatoria para transformarnos a la imagen de Su hijo,
Jesucristo.
Enfoque neotestamentario del sufrimiento
En las Sagradas
Escrituras encontramos diversas referencias que aluden a los
padecimientos en la vida como parte de la transformación del
creyente cristiano a semejanza de Cristo. Jesucristo mismo nos
alerta en las bienaventuranzas sobre los padecimientos que se sufren
por causa de ser seguidores de Él:
“Bienaventurados
los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de
ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi
causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra
vosotros mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es
grande en los cielos, porque así persiguieron a los profetas que
fueron antes que vosotros.”6
El autor John MacArthur
considera que,
“queda claro, a partir de esta y otras amonestaciones, que Jesús
percibió animosidad hacia los creyentes por parte del mundo
incrédulo, conjuntamente con cualquier dolor o sufrimiento que lo
pudiera acompañar, como algo normal y de esperar.”7
Podemos,
entonces, trazar el siguiente corolario: si
a Cristo se le presenta como el Siervo sufriente y Su ministerio
pascual, Su sufrimiento y Su muerte le caracterizaron, y es a Cristo
a quien el Padre quiere formar en nosotros, es decir, “hasta
que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del
Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo”8
se
vuelve, pues, imperativo, para aquellos que deseamos ser como Cristo,
que suframos y experimentemos muertes tal como Cristo, que
experimentemos, como diría Ronald Rolheiser, el misterio pascual en
nuestras propias vidas. En otras palabras, si
queremos ser como Cristo debemos, pues, andar como El anduvo9,
vivir como El vivió y sufrir como El sufrió. En el evangelio de
Juan también se ilustra esta realidad, cuando se cita a Jesús
diciendo: “En
verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y
muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto”10.
Esta cita que presenta el proceso de reproducción de natural del
grano de trigo sirve para esclarecer una verdad espiritual. En él
queda establecido el imperativo del sufrimiento a través de la
muerte para lograr el fruto milagroso de la vida, así que en este
pasaje escritural, el mundo natural ilustra, de manera sencilla, lo
que debe ocurrir en la vida del creyente a nivel espiritual.
La necesaria
transformación del creyente se da a través del sometimiento a la
obligada disciplina del sufrimiento. Esta tiene como propósito
llevar al creyente a alcanzar la estatura de Cristo, la cual se logra
a través de nuestra disposición a morir al yo. Es decir, morir a
nuestras prioridades, a nuestras formas, a nuestras preferencias, a
nuestros planes. Puesto que “le
basta al discípulo llegar a ser como su maestro”11,
se
espera de un discípulo que tenga una
comunión o una relación profunda y estrecha con Jesucristo a través
de la rendición de su voluntad a la de Cristo. Llegamos a la
estatura de Cristo cuando realizamos que “con
Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que
Cristo vive en mí; y la vida
que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”12
Su sufrimiento es mi sufrimiento, Su muerte es mi muerte y Su vida es
mi vida. Así que, más que imitar Cristo, se trata de que El viva a
través de mí y para eso es necesario que la muerte actúe en mi yo,
para que la vida de Cristo se manifieste en mí.
La aceptación de la soberanía de Dios
“Sin embargo, los
cristianos bíblicamente cultivados, se darán cuenta de que la
soberanía de Dios desempeña un papel en todos los sucesos, desde el
más agradable y fácil de aceptar hasta el más traumático y
difícil de entender. Pero puede que hasta el creyente más maduro
en ocasiones tenga que esforzarse para aceptar o incluso percibir los
propósitos que Dios tiene con la adversidad.”13
Un
elemento importante para comprender y sobrellevar el sufrimiento es
nuestra experiencia de vida cristiana es la aceptación de la
soberanía de Dios. Enfrentar el sufrimiento desde la experiencia de
la fe cristiana demanda un entendimiento de la soberanía divina lo
cual no siempre resulta fácil. Cuando nos encontramos con
situaciones que nos resultan inexplicables, incomprensibles o
injustas surgen preguntas como: ¿Qué esto que está pasando? ¿Por
qué sucede esto? ¿Por qué a mí? ¿Qué hacer? ¿Cuánto tiempo
durará esto? ¿Qué pasará luego? Estas preguntas sólo hallan
respuesta en aquel que conoce todas las cosas, pero ¿quién podrá
cuestionar y entender a plenitud los designios divinos si Dios mismo
no los devela? De acuerdo a A. W. Pink:
“La
soberanía del Dios de las Escrituras es absoluta, irresistible,
infinita. Cuando decimos que Dios es soberano, afirmamos su derecho
a gobernar el universo, que ha hecho para su propia gloria, según le
agrade. Afirmamos que su derecho es el derecho del alfarero sobre
el barro: El puede moldear ese barro en la forma que quiera, haciendo
de la misma masa un vaso para honra y otro para vergüenza.
Afirmamos que El no está sujeto a norma ni ley alguna fuera de Su
propia voluntad y naturaleza, que Dios es ley así (sic) mismo, y que
no tiene obligación alguna de dar cuenta a nadie de sus asuntos”.14
Por otro lado, MacArthur
explica que:
“Una razón
primordial por la que a los cristianos en la actualidad les cuesta
aceptar el papel del sufrimiento en sus vidas o en las vidas de
amigos o seres queridos es que no han logrado comprender y aceptar la
realidad de la soberanía divina. También muchos no logran ver la
adversidad desde la perspectiva de Dios. Al hacer eso, pasan por
alto completamente el efecto positivo, fortalecedor, y perfeccionador
que las pruebas deben tener en la fe de los creyentes.”15
Reconocer
que el sufrimiento es la soberana voluntad de Dios para formar en
nosotros el carácter de Cristo, nos permite comprender al fin y al
cabo “Y
sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para
bien, esto
es,
para los que son llamados conforme a su
propósito.”16
Conclusión
Cuando
consideramos el imperativo de una experiencia pascual en la vida del
creyente lo que se establece es el sufrimiento como experiencia
esencial para la transformación de la persona a imagen de Cristo
Jesús. Reiteramos, pues, que
el sufrimiento es indispensable para desarrollar
nuestra espiritualidad cristiana porque es imposible
crecer a la estatura de Cristo sin pasar experiencias de sufrimiento,
aflicción, quebrantamiento, y muerte. Moltmann expone lo siguiente:
“Uno
de los sueños de la sociedad moderna es ser feliz sin dolor y
superar todo sufrimiento. Pero como eso es inalcanzable, se calman
los dolores, se evitan los sufrimientos y se rehúye la pasión por
la vida. Pero la vida sin apasionamiento es una vida pobre. La vida
sin disposición para el sufrimiento resulta superficial.”17
Sufrimiento y vida
cristiana profunda van de la mano, lo contrario supone pobreza y
superficialidad espiritual. Por tanto, la ilusión de parar de sufrir
y la felicidad superficial quedan excluidas para aquel que ha
entendido y asumido el imperativo del misterio pascual en su vida.
Al finalizar este
trabajo, hemos estudiado el carácter imperativo del sufrimiento para
el desarrollo de la espiritualidad de la cristiana en el creyente.
Concluimos que el desarrollo de la espiritualidad cristiana supone
una experiencia pascual que es ineludible para el creyente. Nos
acercamos a este tema desde un enfoque neotestamentario a través del
cual se reafirmó que la finalidad del sufrimiento, dentro de la
espiritualidad cristiana, es procurar la transformación del creyente
a semejanza de Cristo. No obstante, la clave para comenzar a entender
y sobrellevar la experiencia del sufrimiento es aceptar la soberana
voluntad de Dios sobre nuestras vidas. Así que los creyentes nos
podemos encontrar:
“Afligidos
en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados;
perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos;
llevando siempre en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús,
para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro
cuerpo.”18
Podemos
entonces entender y aceptar el sufrimiento como elemento formativo
usado por Dios para lograr en nosotros lo que El en Su soberana
voluntad se ha propuesto.
Notas:
1
Juan 16.33
3
Aquí hacemos referencia a la Iglesia Universal del
Reino de Dios establecida por Edir Macedo en1977, en Rio de Janeiro,
Brasil. Es más conocida por su nombre comercial "Pare de
sufrir", suelen anunciar productos como la rosa de Sharon, sal
bendita, tierra de Jerusalén, aceite bendecido, etc., a los cuales
le atribuyen cualidades milagrosas de sanidad, prosperidad, entre
otras. Estos productos están disponibles en sus centros de reunión
que se han multiplicado a través de todos los continentes.
(http://es.universal.org/)
4
Diccionario de
sinónimos y antónimos © 2005. Imperativo.
Espasa-Calpe.
http://www.wordreference.com/sinonimos/imperativo.
Accesado 29 de marzo de 2012.
5
Ronald Rolheiser, En
busca de espiritualidad: Lineamientos para una espiritualidad en el
Siglo XXI.
(Buenos Aires: Grupo Editorial Lumen, 2003), 1866
Mateo 5.10-12
7
John MacArthur, El Poder del sufrimiento
(Michigan: Editorial
Portavoz, 2003), 15
8
Efesios 4.13
14
A. W. Pink, La soberanía de Dios.
http://www.conocereislaverdad.org/lasoberaniadedios.htm.
Accesado 19 de mayo de 2012.
16
Romanos 8.28
18
2 Corintios 4.8-10