Hubo un primer adviento , el cual vemos en el Antiguo Testamento, este fue el tiempo de preparación para la llegada de Jesús Mesías, por quien hoy día celebramos la navidad. Cuando llegó el momento de Su nacimiento, habían algunos dentro del pueblo de Israel que mantenían la expectativa del cumplimiento de la promesa divina de la llegada del Mesías prometido, anunciado a través de la historia judía. Cercano a la llegada del Mesías, particularmente en el evangelio de Lucas se evidencia y quedan registrado algunos personajes estaban expectantes y aguardaban la llegada del Mesías. Por ejemplo, en Lucas 2.25 – 32, dice:
“Y
he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este
hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el
Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el
Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Cristo
del Señor. Y vino por el Espíritu al templo. Y cuando los padres
metieron al niño Jesús en el templo, para hacer por Él conforme a
la costumbre de la ley, él entonces le tomó en sus brazos, y
bendijo a Dios, diciendo: Señor, ahora despides a tu siervo en paz,
conforme a tu palabra; porque
han visto mis ojos tu salvación, la
cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para
revelación a los gentiles, y la gloria de tu pueblo Israel.”
En
la narrativa lucana también se incluye
a una anciana que aguardaba la llegada del Mesías redentor
(2.36
– 38):
“Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser; la cual era grande de edad, y había vivido con su marido siete años desde su virginidad; y era viuda como de ochenta y cuatro años, que no se apartaba del templo, sirviendo a Dios de noche y de día con ayunos y oraciones. Y ésta, viniendo en la misma hora, también daba gracias al Señor, y hablaba de Él a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.”Sin embargo, en medio de la expectativa del algunos... al pasar el tiempo, como ocurre a veces, llega también la duda. Lucas también recoge este sentir en el personaje de Juan, el bautista (7.19-23):
“Y llamó Juan a dos de sus discípulos, y los envió a Jesús, para preguntarle: ¿Eres tú Aquél que había de venir, o esperaremos a otro? Y cuando los hombres vinieron a Él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti, para preguntarte: ¿Eres tú Aquél que había de venir, o esperaremos a otro? Y en la misma hora sanó a muchos de enfermedades y plagas, y de malos espíritus; y a muchos ciegos dio la vista. Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, decid a Juan lo que habéis visto y oído; cómo los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es predicado el evangelio; y bienaventurado es aquel que no fuere escandalizado en mí.”Aunque algunos aun no creen en lo sucedido hace más de dos mil años, los que creemos nos encontramos en el segundo adviento... pues anticipamos la segunda venida de nuestro Rey Jesús. Cada año tenemos la oportunidad, tanto en Navidad como en Semana Santa, de celebrar para recordar y anticipar Su retorno. Adviento, que en latín "Adventus" significa “venida”, son días oportunos para afianzar la fe... Lucas, en Hechos 1.10-11, expresa el anuncio dado a los discípulos del Señor luego de Su resurrección y haber compartido con ellos por cincuenta días:
“Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí que se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿Por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.”Así que, nosotros estamos también a la expectativa de la segunda venida del Señor... estamos en adviento. Y adviento es un tiempo de esperanza... Cuando entendemos el verdadero significado de la navidad implica conocer y comprender el sacrificio de Jesucristo para librar la salvación de los hombres. La fe cristiana proclama este tiempo previo a la celebración navideña como uno de profunda reflexión que alimenta la esperanza de continuar la obra de Jesús y preparar el camino para recibirlo. En Hechos 1. 6-9, queda claramente cual es nuestra función en este segundo tiempo de espera:
"Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en Su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo ultimo de la tierra. Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.”
En este pasaje que establecido que tenemos dos encomiendas ineludibles: 1. SER PORTADORES DE ESPERANZA: es decir, recibir el poder provisto por medio del Espíritu Santo para que vivamos vivir como Dios quiere. 2. SER MENSAJEROS DE ESPERANZA: supone ser testigos a los que están a nuestro alrededor, desde los más cercanos hasta los más lejanos. Este segundo adviento, nos impone una tarea que va más allá de aguardar el retorno de nuestro Rey... sino que supone adelantar Su venida a través de una vida que proclame que Su reino a venido sobre nosotros y sirviendo de testigos de Su poder transformador para nosotros... para los nuestros... para todos.
Este tiempo previo a la navidad nos ofrece ese aire y ese ánimo de un nuevo comienzo sabiendo que Dios, no sólo está con nosotros sino que cumplirá cabalmente cada una de Sus promesas. Es necesario que usemos este tiempo para preparar nuestros corazones manteniéndonos a la expectativa del retorno del Señor y alineándonos con la intención divina de ser portadores y mensajeros de esperanza. Nosotros, como cristianos, debemos centrar nuestra vida en la persona y en el mensaje de Jesús, que vino en el cumplimiento de los tiempos a ofrecernos la salvación del Padre. Estamos en un mundo que muchas veces vive de espaldas al conocimiento de la realidad de Jesús, quien vino para salvarnos y quien volverá.
¿Qué nos resta? Primero, prepararnos para Su retorno (reconociendo y aceptando Su señorío sobre nuestras vidas), mantener la expectativa de que ciertamente vendrá (viviendo una vida en el poder de Su Espíritu) – ya nos dio prueba más que fe haciente de que tiene el poder y el carácter de cumplir cada una de Sus promesas. Cada Navidad, cada Nuevo Año es una nueva oportunidad ante la gracia de Dios. A nosotros se nos concede la gracia de comenzar de nuevo, de vivir fielmente el presente y de mirar al futuro con ESPERANZA, de que podemos hacer algo más por construir el reino que Jesús nos ha traído con Su venida. Nosotros, como Jesús, también podemos llevar una palabra y ser modelos de esperanza para este mundo. La salvación cristiana tiene su actualización plena aquí mientras anunciamos y adelantamos SU REINO hasta que Él vuelva. Y decimos, junto a Pablo, a Juan y a la Iglesia de todos los tiempos: ¡Maran-athá! - ¡Ven, Señor, Jesús!
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